Del Trabajo

“No hemos de esperar que nuestra comida provenga de la benevolencia Del carnicero, ni del cervecero, ni del panadero, sino de su propio interés. No apelamos a su humanitarismo, sino a su amor propio.” Adam Smith, La riqueza de las naciones

por Javier Taberner

8/16/20063 min read

man wearing red hard hat hanged on brown rebar bar
man wearing red hard hat hanged on brown rebar bar

El sentido de la economía no es atender las necesidades humanas. Los animales tienen necesidades y no tienen economía. Son la propiedad, la acumulación de bienes y la previsión del futuro lo que mantiene ocupados a los economistas, a quienes el escritor escoses Thomas Carlyle llamaba “respetables profesores de la ciencia lúgubre”. Y como es de suponer en el corazón mismo de la economía se encuentra lo más lúgubre de la ciencia lúgubre: el trabajo.

No creo que nadie se sorprenda si digo que al hombre le gusta bastante poco trabajar. Los humanos somos más bien seres activos más que trabajadores, somos juguetones, viajeros, por lo que la disciplina laboral nos fastidia. El problema se nos presenta porque tenemos la capacidad de anticipar el futuro, pensar en lo que puede ocurrir y en consecuencia nos encontramos trabajando desde la más remota antigüedad. Para hacernos dueños del mañana, nos esclavizamos al mañana. Al resto de los seres vivos los condiciona el pasado, a nosotros lo que puede pasar y, en consecuencia el futuro es el que nos empuja y no el pasado.

Desde tiempos bíblicos estamos condenados a “ganarnos el pan con el sudor de la frente”, como causa y consecuencia del castigo divino. Tal como lo demuestra la etimología latina, la palabra “trabajo” proviene de “tripallium” que fue un elemento de tortura formado por tres palos. Los romanos, a su vez, tenían una manera menos trágica de decir trabajo y esa palabra era “pena”.

Durante la antigüedad los esclavos cargaban con la parte más pesada del trabajo. Nacían para dedicar sus vidas a enriquecer a los poderosos de quienes sólo obtenían lo mínimo para su sustento y el de su familia. Hoy en día... ¡Ups! ¡Que coincidencia!

Convengamos que la importancia laboral de la esclavitud fue disminuyendo con los años, la institución se mantuvo hasta no hace mucho tiempo, y, actualmente, se ejerce de manera solapada en lugares bastante más cercanos de los que quisiéramos reconocer.

El 1º de Mayo se conmemora el día del trabajador en memoria de los mártires de Chicago. Aquellos muchachos lucharon por ideales que les eran propios y que sentaron las bases de los movimientos sindicales posteriores. Pero estas luchas quedaron demasiado atrás en el tiempo y ya no nos pertenecen. El mundo capitalista en el que vivimos cambió más rápido que nuestra capacidad de entender. En todo caso debemos empezar por re-significarle un sentido y re-definir que es hoy una “lucha sindical” en un sistema en el que los sindicatos tienen una dudosa representación de la masa obrera.

Si bien las luchas pasadas lograron que hoy tengamos una estructura laboral aceptable, existen otras formas de opresión que esclavizan a las personas a sistemas que se hacen insoportables. La falta de trabajo obliga a callar y a aceptar lo que sea con tal de no quedar fuera del sistema, siendo esto un generador de angustia perversa de la cual las empresas sacan no poca ventaja.

Los defensores del capitalismo globalizado tienen fe en la capacidad de los mercados en remediar estas inequidades y desigualdades a largo plazo y en que la tecnología ayudará a que se resuelvan los problemas creados por la propia tecnología. Pero mientras todos los días miles mueren de hambre en el mundo se siguen acumulando ganancias en los bolsillos de una minoría.

Muy pocos eligen la pobreza concientemente, sólo los santos y los filósofos pueden hacerlo y los vagos por vocación. Alexander Chase comentaba que “es posible que un rico jamás entre en el paraíso, pero los pobres ya están pagando su condena en el infierno”.