Epicurean Life

“Si quieres alcanzar la felicidad, por favor, conviértete en lo que eres.”

por Javier Taberber

7/16/20064 min read

a couple of boats that are sitting in the water
a couple of boats that are sitting in the water

Tomo prestado el nombre "Epicurean Life" de una revista inglesa que 2.351 años después del nacimiento del filósofo Epicuro, nos cuenta en sus artículos sobre mansiones, yates, autos y otros lujos.

En efecto Epicuro nació en el año 341 A.C. En la isla de Samos a unos cuantos kilómetros de la costa de Asia Menor. De pequeño (14 años) comenzó a seguir a quienes fueron sus primeros maestros el platónico Pánfilo y el atomista Nausífanes. Al poco de ser discípulo descubrió que no todo lo que escuchaba de boca de sus maestros era como él lo veía. Avanzados los veinte años comenzó a organizar su propia filosofía de vida y escribió, según se dice, más de trescientos libros sobre casi todos lo temas: la música, el amor, las obras justas, sobr4e las formas de vida y sobre la naturaleza. Cómo muchas obras de la antigüedad, ya sea por las guerras, saqueos o ignorancia religiosa se perdió casi la totalidad de su obra.

Pero vamos a detenernos en lo que distinguió su filosofía y era el enfoque en el placer sensual. “El gozo es el principio y el fin de una vida dichosa”, afirmaba Epicuro a quien quisiera escucharlo y ademas confesaba su amor por los manjares y agregaba “principio y fin de todo es el placer del vientre. Pues todo lo cabal y todo lo desmedido tienen su referencia a este.” Estos comentarios le costaron no pocos ataques aunque su discurso seguía ganado adeptos.

¿Cual era el éxito del pensamiento epicúreo? Seguramente la siguiente frase resume el verdadero sentido de su filosofía. Un día le pide a un amigo: “Mándame del queso envasado para que, cuando guste, pueda darme un lujo”. Su gustos y devoción por los placeres de la vida era mayor de lo que podríamos imaginar, sucede que mediante el pensamiento racional había llegado a conclusiones sorprendentes sobre las verdades de la vida placentera.

Epicuro entendió que no dependía la vida placentera de cuantiosos ingresos, sino más bien los ingresos principales del placer no son en absoluto caros.

Un lista epicúrea de elementos esenciales que hacen a la felicidad.

El primero que señala es la amistad. En el 306 a.c. se afincó en Melite a pocos kilómetros de Atenas y se aseguró de que el albergue sea lo suficientemente grande para su familia y algunos de sus amigos. Sostenía que “de todos los medios de los que se arma la sabiduría para alcanzar la felicidad en la vida, el más importante en mucho es el tesoro de la amistad”. Además se preocupaba en no comer en soledad: “Debes examinar con quienes comes y bebes antes de conocer qué vas a comer y beber, porque llenarse de carne sin un amigo es vivir la vida del león y del lobo”.

El segundo punto de esta lista es la libertad. Epicuro y sus amigos se aseguraron de auto abastecerse para no depender de comerciantes abusadores y patrones que los humillen con sus caprichos. Prefirieron un estilo de vida más simple a cambio de la independencia.

El siguiente elemento que compone la dicha y la felicidad es la reflexión. En los patios de la finca se celebraban conversaciones sobre todos los temas que hacen a la vida de los y se permitía que afloren sus aspecto esenciales. Así al compartir y analizar su naturaleza se elimina, sino el problema, sus características secundarias que lo agravan como la confusión, la desorientación y la angustia.

Para Epicuro lo natural y necesario para la felicidad es, entonces, los amigos, la libertad, la reflexión y en menor medida la comida, cobijo, ropa. Lo que era natural pero innecesario eran una gran mansión, baños privados, banquetes, sirvientes, pescado y carne que eran lujos para la época. Por último señalaba que no era natural ni necesario la fama y el poder.

Si vemos la felicidad desde un costado más espiritual que racional, las conclusiones no son muy diferentes. Quién busca la felicidad sabe donde hacerlo y no en el afuera sino dentro de uno mismo. Epicuro tiene razón en lo siguiente la fama y el poder existen exclusivamente hacia afuera.

La felicidad es un estado natural del hombre que solo se empaña con el dolor. Desde nuestros primeros instantes en este mundo solo sufrimos ante el dolor del hambre que la madre hace desaparecer para que el llanto de paso a la sonrisa. Las pérdidas nos causan dolor y en ese sentido los antiguos filósofos estaban más ocupados en alejarse del dolor que de buscar la felicidad. Ella sola llega por añadidura.

Deseamos con frecuencia ser felices, el problema es que no sabemos que es lo que necesitamos para ser felices, o más acertadamente, que debemos evitar para lograr la felicidad deseada.

Cabe agregar -y aclarar- que los logros en la vida, las gratificaciones no bastan para alcanzar la felicidad. Para lograr recuperar el estado de felicidad debemos no solo querer la felicidad sino saber lo que queremos y ademas querer eso que sabemos que queremos. No se trata solo de “quiero ser feliz”, debemos tener en claro que cosa queremos para lograr ese estado de felicidad y para ello debemos saber quienes somos, para que vinimos aquí y que tenemos que hacer. Estas respuestas se dan solo en la más profunda conexión con nuestro espíritu.

Nada nos falta, lo justo y necesario se nos ha dado. Todas las carencias son falsas ilusiones de nuestro mente, de nuestro ego. La paz y la felicidad están exactamente ahí. En el centro de nuestro universo espiritual.